lunes, junio 10, 2013

ciclismo urbano



ciclismo urbano
El ciclismo urbano es algo más que una moda, un pasatiempo o una tendencia. Es una forma de vida. El porqué de su éxito es fácil de comprender, fácil, al menos, una vez que se prueba. Ventajas para la salud, un culo estupendo, un cierto aire cosmopolita y sobre todo una gran sensación de libertad.

No es raro teniendo en cuenta que muchos de nosotros hemos aprendido a montar en nuestra primera infancia, cuando tener una moto o un coche era algo directamente insospechable, y que nuestras primeras aventuras han sido a lomos de este invento, que nos permitía cuando menos acercarnos al pueblo de al lado, a la playa más cercana o a corretear por el bosque más próximo. Era entonces casi inevitable sentirlo, una especie de cosquilleo o de euforia que te recorría por dentro y, sin duda, debía ser algo parecido a la libertad.

Si a ello le sumamos que el ciclismo urbano tiene algo de rebeldía, de alternativa a los coches, taxis y autobuses que siempre han gobernado y gobiernan la ciudad, el cocktail resulta poco menos que irresistible. Y además hay otra cosa que resulta definitiva: ir en bici mola mazo.

Aun así, me consta, porque lo que he leído en foros, me lo han asegurado fuentes de confianza y porque en el mundo tiene que haber gente para todo, que todavía hay personas que no lo han probado. Gente que aún no sabe lo que significa #sacatubici. No me parece de recibo. Y no me refiero al hecho de que no lo hayan experimentado, sino al hecho de no hacer nada para ayudar a este colectivo.

Desde El Tío del Mazo, blog especializado en ciclismo, llevamos ya unos cuantos años muy comprometidos con una intensa labor social: hacer crecer el amor por las bicicletas. En esa línea nos movemos, en esa línea actuamos y en esa línea vamos a seguir, ayudando a la gente a montar en bici. Así somos. Hacer el bien nos motiva.

Primeros pasos con la bici
¿Y cuáles son los primeros pasos para alguien que quiera probar esto del ciclismo urbano? La respuesta es bastante sencilla: hacerse con una bici. Ahí tenemos varias opciones, unas más acertadas que otras. Por ejemplo pedirla prestada, un error de principiante. Sabido es que la bici y la novia son las únicas cosas que no se prestan. Hay muchas posibilidades de que no te las devuelvan exactamente igual, y ese es un riesgo que casi nadie está dispuesto a correr.

Otra opción, mucho mejor, es optar por el alquiler. Si es la primera vez que te lanzas al ciclismo urbano y se da también la extrañísima coincidencia de que no eres multimillonario, tampoco es cuestión de gastarte una pasta sólo por probar. En todas las ciudades avanzadas españolas hay sistemas de alquiler público de bicis y en las que no, como Madrid, puedes encontrar buenas ofertas en lugares como Bicicum o Eco Moving Sports.

Y luego está la tercera opción, la mejor de todas: comprarte una bici. Es ganar tiempo al tiempo. Montar en bici es adictivo y, al contrario de lo que suele suceder con muchas de las cosas que molan, resulta que es bueno para la salud, el bolsillo y el medio ambiente.

¿Qué bici necesito?

¿Y qué bici nos compramos? Ahí ya surgen los gustos y los colores, pero principalmente las podemos dividir en varias categorías, a elegir no ya tanto por el diseño sino por el uso que vayamos a hacer de ella.

Si por ejemplo la queremos para fardar podemos comprarnos una como la de la foto, que es voladora y mágica y te quedas con la peña. Con eso dejas en ridículo al típico amigo listillo que tiene un descapotable, y seguro que ligas mazo. El único problema es que aún es un prototipo y todavía no ha salido a la venta, y probablemente no salga nunca. Pero desde luego es una opción, estad al quite para cuando salga.

Otra opción, más realista, es hacerte con una bici plegable. Están completamente de moda y especialmente pensadas para grandes ciudades, donde a veces hay que hacer parte del trayecto en metro, cercanías o autobús. Hay modelos verdaderamente chulos como las Tilt, que se pueden plegar en cuestión de segundos, y su precio puede oscilar entre los 400 y los 1.000 euros, algo menos si se busca en el mercado de segundo pie.

Entre sus ventajas destaca la comodidad y lo atractivo de algunos diseños, mientras que entre sus desventajas puede estar su precio quizá algo elevado y lo incómodas que resultan para tipos muy altos, ya que suelen tener las ruedas más pequeñas que una bici tradicional.

Y es que para tipos altos o más amantes del ciclismo tradicional la opción muchas veces es una mountain bike de las de toda la vida, que también se pueden usar y se usan en ciudad, con el añadido de que funcionan especialmente bien en parques y caminos. La gama de precios y modelos es aquí inmensa, pero en grandes cadenas como Decathlon o tiendas especializadas como Trimad podemos encontrar asesoramiento gratuito y una gran relación calidad precio.

Por último, no debemos olvidar dos subespecies más del ciclismo urbano. La nunca olvidada bicicleta de corredor y la pujante bicicleta eléctrica, que tiene un menor efecto a la hora de reducir los “michelines” pero que se comporta como una gran amiga en las cuestas arriba y en aquellos trayectos más largos de lo necesario.

Elegir una bici no es fácil, pero es muchísimo mejor que no elegirla. No recuerdo exactamente cuál de los mandamientos es, o si está escrito en alguna Constitución, pero sí tengo claro que es labor de todos los hombres de bien ayudar a aquellos que no tengan bicicleta. En la vida hay una serie de cosas que son ineludibles y una de ellas es, desde luego, mirar a tu ciudad desde lo alto del sillín de una bicicleta.

Uno de los mejores escritores de todos los tiempos, H.G. Wells, acuñó la siguiente frase:

Siempre que veo a un adulto encima de una bicicleta recupero la esperanza en el futuro de la raza humana.

El autor de “La máquina del tiempo” era un hombre muy culto y muy viajado. No veo ninguna necesidad de quitarle la razón.

http://www.ciudadano00.es/2013/06/06/ciclismo-urbano-el-secreto-de-su-exito/

No hay comentarios: